Tras el día "D" y con cosquillas en las
piernas todavía, aun siento los nervios de la salida del maratón. Voy a
intentar recordar lo que sentí durante la prueba. No se si podré haceros sentir
una pequeña parte de lo que noté, pero al menos lo intentaré con algunos de los
detalles que recuerdo.
Cuatro personas a mi lado, mejor dicho, cuatro
personas conocidas a mi lado, miles de personas alrededor. Nervios, miedo, un
"mix" que se agita como en una coctelera dentro de ti. El trabajo
realizado desde julio te lo juegas a una carta, a 42km. Ese "tic tac"
que quita segundos al reloj que marca la salida y de repente sale el grupo de
delante nuestro y un montón de gente apelotonada fuera desmonta las vallas para
meterse en la carrera. Esta gente había llegado tarde y no había llegado a su
posición de salida, no podían esperar a que les llegara el momento de salir y
decidieron meterse por donde no les tocaba. Se rompen las cintas que nos
separan del grupo anterior y nos dirigimos hacia la salida. Por delante una
calle enorme hasta la salida, mucha gente delante quitándose camisetas,
chubasqueros y demás inventos para mitigar el frío esperando el disparo de
salida. Mucha acción incívica, plásticos tirados en medio de la calle hacen que
los corredores tropiecen. Por otra parte, montones de camisetas, jerséis y
demás prendas de ropa que posteriormente Cáritas recoge. Llegamos a la línea de salida, ya no hay
marcha atrás.
Empieza el maratón, cruzo el puente hablando con
Lucas, aunque siempre mirando de reojo donde esta Julián, se dio cuenta del
miedo que tenía antes de emprender la calle de salida y no dudó en darme una
colleja para animarme y decirme que no quería verme así. Al final del puente
vemos a Rocío, Alicia, Maria, Alba, Laura y mucha más gente que había madrugado
para animarnos. Si ya estamos algo locos nosotros por madrugar un domingo, con
lo bien que se está en la cama a las 6 de la mañana, no se les ocurre otra cosa
que venirse a pasar frío a ellas también. Durante todo el recorrido, los íbamos
viendo en diferentes puntos km animándonos, solo puedo decir gracias, mil
gracias.
Los nervios siguen dentro y las ganas de orinar afloran de nuevo…Por lo visto es algo habitual consecuencia de los mismos nervios y muy común entre la gente. Durante los primeros 5km muchos corredores y corredoras paran en algún lugar para quitarse los nervios. Quizás para una carrera para 22.000 personas debería tener algún que otro punto km más donde hubiera baños portátiles, pero eso es una reflexión personal.
Vamos a un ritmo cómodo, sin forzar demasiado, hay 42
km por delante y así lo habíamos hablado. Los cinco vamos hablando y llegamos
juntos hasta el primer avituallamiento, nos cruzamos con otros compañeros del
club de atletismo que salían en otros turnos de salida y nos animamos
mutuamente. Una vez pasado nos separamos dos van por delante y nos quedamos
tres por detrás, no vamos muy separados solamente unos 100 o 200m pero entre la
gente no nos encontramos. Julián y Cristian se quedan conmigo, así me lo
dijeron cuando se inscribieron ellos al maratón, si la hacían era para
acompañarme en todo momento y así lo estaban cumpliendo, creo que no hay
palabras suficientes para darles las gracias.
En el km 17 me hacen una señal para avisarme de que
había un chico con un sensor de glucemia en el brazo y nos acercamos a hablar
con él. Tenía el libre y usaba la bomba de Medtronic, supongo que por empatía
le preguntamos qué tal estaba y como llevaba las glucemias y tras hablar un
poco continuamos adelante. Seguimos corriendo hasta el km 20 al mismo ritmo, en
ese momento aprovecho una parada para ir al baño de Cristian, para parar y
tomar aire hasta que vuelve y seguir corriendo.
Cuando llegamos al km 23 tras haber pasado ya el
ecuador del maratón y más de dos horas de carrera a la espalda vemos que hay
una ambulancia medio cruzada en el recorrido y otra ambulancia viene en sentido
contrario hacia nosotros con las luces de emergencia encendidas, parando justo
al lado de la que ya estaba cruzada a unos 150m de nosotros. Al pasar junto a
ella vemos que el médico de la ambulancia estaba haciendo una reanimación
cardiopulmonar a un chico joven. Se nos vino el alma al suelo, uno nunca está
preparado para ver estas cosas. No paramos, estaba atendido por dos médicos y
dos enfermeros y no podíamos hacer nada para ayudar, al mismo tiempo, un hombre
que iba en bicicleta, de la misma organización, pasaba por nuestro lado y nos
dice, no miréis, mirar hacia delante, centraros en vuestro objetivo, son cosas
que lamentablemente pasan más habitualmente de lo que creemos. Nos hubiera
gustado no oír estas cosas, pero lamentablemente tenía razón. Tras ver el
periódico, he leído que el chico tuvo un desvanecimiento y se golpeó la cabeza
con un coche estacionado. Según estas noticias, el chico fue trasladado al
hospital.
Volviendo a nuestra carrera, y con el mal cuerpo que
se nos había quedado al ver eso continuamos. Un km o km y algo después, empiezo
a notar ganas de ir al baño, paro, pero no, no hay manera de orinar. Me viene a
la cabeza un mal feeling, no me gusta esa sensación y creo que algo malo pasa.
Pero un km después se pasa.
Vemos a un chico conocido que corre con la misma
camiseta que nosotros otro DT1, lo saludamos, hablamos con él y conversamos un
poco, nos dice que no sabe si podría terminar por un golpe que se había dado
unos días antes. Nos pide que continuemos y lo dejamos atrás.
Llegamos al 26 y vuelven las molestias. Paramos y
caminamos un poco para ver si se pasa y así es, se pasa un poco y continuamos
corriendo hasta llegar al 28. Las molestias siguen ahí, no sé que es lo que
ocurre. Volvemos a caminar, pero entramos en el centro de la ciudad y el
ambiente en general, los puntos de animación, la música, la gente animándote
por tu nombre al leer tu dorsal, eso anima a cualquiera.
Llegamos al km 30 y a las molestias estomacales se
suman las ganas de vomitar, a cada paso mientras trotamos noto arcadas y paro.
No digo nada, me cuesta hablar. Me lleno de rabia, sabía que eso no era nada
bueno, mientras camino sigo teniendo arcadas, pero no paro. No puedo dejar de
pensar que mis dos compañeros pararían si yo abandonaba. No, no puedo hacer esto. Lleno de rabia
camino hasta el 32 donde ya noto que iba a vomitar, me aparto a un lado, pero
no puedo. Julián me dice que me siente y me tira agua por el cuello, pero no
puedo quedarme ahí. Sé que si me siento ya no me levanto y les digo que vamos a
caminar. Se me llenan los ojos de lágrimas en varias ocasiones, no quiero
abandonar, no puedo hacerles esto.
Agacho la cabeza, busco las pocas fuerzas que me
quedan para golpear la pared, ese muro que se ha puesto delante y no me deja
continuar corriendo, pero el mal cuerpo y las ganas de vomitar no me dejan,
pero tengo que continuar, intentarlo de nuevo, y al igual que durante los
entrenamientos mis ánimos se venían abajo. Intento arrancar, pero no puedo. Mi
cabeza se va llenando de pensamientos negativos y no consigo aguantar el trote,
esto no era solo cosa de cabeza o algo que dependiera de mí mismo.
En el 35 Julián me dice que no quiere verme así, que
soy un luchador y tiene razón, pero el mal cuerpo que tengo y las ganas de
vomitar junto a las arcadas no me dejan pensar, ni responder. Las glucemias subían
disparadas y decido aumentar la basal de la bomba y pasar de un 10% a un 50%. Bajo
la cabeza y en varias ocasiones intento arrancar de nuevo, pero no puedo. Oigo
Say yay, está sonando en un punto de animación, pero mi cabeza está llena de
negatividad. Cuando llegamos al km 38, vemos a un amigo, había venido en
bicicleta con su hijo para vernos, nos sigue por el carril bici hablándome,
diciéndome que ya estábamos en meta, pero yo solo podía decir que no con la
cabeza. No me salían las palabras. Durante varios cientos de metros me habla y
me grita que no me rinda, que estábamos en meta ya, que lo intente que trote de
nuevo. No sé si el que gritaba realmente era él, o yo oía eso en mi cabeza,
pero de repente antes de llegar al km 40 arranco de nuevo, me encuentro mejor,
no sé qué ha ocurrido, sigo teniendo mal cuerpo, pero las arcadas han parado.
Vamos trotando al mismo ritmo que al comienzo del maratón
cosa que me sorprende y a 1,5 km de meta vemos a Alicia y nos acompaña hasta la
entrada a la ciudad de las artes y las ciencias corriendo mientras nos hace
fotos y videos. Mi primera reacción al verla es decirle que no, les había
arruinado la carrera a Julián y a Cristian. Pero sus palabras y sus ánimos me
hacen cambiar el no por una medio sonrisa, aunque no me quito de la cabeza el
sentimiento de culpabilidad.
Cartel de "900 m" a meta, nos dirigimos a la
bajada a la ciudad de las artes y las ciencias. Le damos las gracias a Alicia y
vamos hacia allí. En ese momento empiezo a escuchar... "¡levanta la
cabeza, ya lo tienes!, ¿has visto lo que has hecho?, ¿lo que has conseguido? No
sé quién me lo decía, ni siquiera si realmente me lo decían, supongo que sí,
supongo que sería Julián, mi "Pepito grillo" particular. Vemos los
carteles, "700 m" levanto la cabeza, "500 m" vemos que
sacan a un chico por haber perdido el dorsal, "300 m" entramos en la
última curva antes de entrar en la alfombra azul, que pasa por encima del lago
artificial para llevarnos a la meta, miramos a la izquierda y vemos a Rocío,
las hijas de Julián, Mª Ángeles y los hijos de Cristian, a Manuel, nos separan solo unos
cuantos metros y parte del lago. A pesar de que durante los últimos km no podía
levantar la vista del suelo y lo poco que miraba hacia arriba no veía a la
gente, mejor dicho, no los distinguía a no ser que me llamaran y forzara la
vista para fijarme, pude ver sus caras de satisfacción, incluso me pareció ver
saltar a alguno de ellos. Vamos hacia la meta, nos quedan unos 100 m quiero que
entren delante de mí, quiero que tengan mi reconocimiento, mis disculpas, un
gesto para que sepan que aprecio mucho todo lo que han hecho y lo que me han aguantado,
aunque sé que no me lo van a permitir y les cojo las manos. Entramos los tres
en meta juntos de la mano con los brazos arriba.
Llegamos, cruzamos la meta, solo puedo decir gracias,
nos abrazamos, no me sale otra palabra, gracias, no se si pueden escucharme. Me
agacho, me cuesta hablar, estoy cansado, pero no es eso. Tengo ganas de llorar,
pero no puedo y sigo encontrándome mal, tengo los labios cortados. Recogemos la
medalla y la bolsa del corredor, vamos a por alguna bebida para refrescarnos y
recuperar sales y nos sentamos un poco. Me voy encontrando un poco mejor,
aunque sigo teniendo mal cuerpo.
Ya volviendo en el coche, me viene una cosa a la
cabeza, ¿esas ganas de vomitar y ese mal cuerpo no serían cetonas? Tras más de
dos horas y media con glucemias altas, perdiendo sales por el sudor… quien
sabe. Ahora me encuentro bien y solo pienso que la próxima vez no experimentaré
antes de una carrera. La bajada de bomba a solo un 10% quizás debería haberla
probado antes. Pero si, cruzamos el arco de meta, SOMOS MARATONIANOS!!! Lo hemos
conseguido, sin ellos no lo hubiera hecho, lo tengo clarísimo. Pero, aun así,
estoy muy contento de no haberme rendido, no haber dado mi brazo a torcer y completar
esos 42km, eso ya no me lo quita nadie. Puedo hacerlo, podemos hacerlo.
Ahora solo pienso en el viaje a Frankfurt el jueves.
Os contaré más adelante que tal va.
PD: Gracias Rocio por apoyarme y animarme.