martes, 4 de diciembre de 2018

Maratón Valencia 2018


Tras el día "D" y con cosquillas en las piernas todavía, aun siento los nervios de la salida del maratón. Voy a intentar recordar lo que sentí durante la prueba. No se si podré haceros sentir una pequeña parte de lo que noté, pero al menos lo intentaré con algunos de los detalles que recuerdo.

Cuatro personas a mi lado, mejor dicho, cuatro personas conocidas a mi lado, miles de personas alrededor. Nervios, miedo, un "mix" que se agita como en una coctelera dentro de ti. El trabajo realizado desde julio te lo juegas a una carta, a 42km. Ese "tic tac" que quita segundos al reloj que marca la salida y de repente sale el grupo de delante nuestro y un montón de gente apelotonada fuera desmonta las vallas para meterse en la carrera. Esta gente había llegado tarde y no había llegado a su posición de salida, no podían esperar a que les llegara el momento de salir y decidieron meterse por donde no les tocaba. Se rompen las cintas que nos separan del grupo anterior y nos dirigimos hacia la salida. Por delante una calle enorme hasta la salida, mucha gente delante quitándose camisetas, chubasqueros y demás inventos para mitigar el frío esperando el disparo de salida. Mucha acción incívica, plásticos tirados en medio de la calle hacen que los corredores tropiecen. Por otra parte, montones de camisetas, jerséis y demás prendas de ropa que posteriormente Cáritas recoge.  Llegamos a la línea de salida, ya no hay marcha atrás.


Empieza el maratón, cruzo el puente hablando con Lucas, aunque siempre mirando de reojo donde esta Julián, se dio cuenta del miedo que tenía antes de emprender la calle de salida y no dudó en darme una colleja para animarme y decirme que no quería verme así. Al final del puente vemos a Rocío, Alicia, Maria, Alba, Laura y mucha más gente que había madrugado para animarnos. Si ya estamos algo locos nosotros por madrugar un domingo, con lo bien que se está en la cama a las 6 de la mañana, no se les ocurre otra cosa que venirse a pasar frío a ellas también. Durante todo el recorrido, los íbamos viendo en diferentes puntos km animándonos, solo puedo decir gracias, mil gracias.


Los nervios siguen dentro y las ganas de orinar afloran de nuevo…Por lo visto es algo habitual consecuencia de los mismos nervios y muy común entre la gente. Durante los primeros 5km muchos corredores y corredoras paran en algún lugar para quitarse los nervios. Quizás para una carrera para 22.000 personas debería tener algún que otro punto km más donde hubiera baños portátiles, pero eso es una reflexión personal.

Vamos a un ritmo cómodo, sin forzar demasiado, hay 42 km por delante y así lo habíamos hablado. Los cinco vamos hablando y llegamos juntos hasta el primer avituallamiento, nos cruzamos con otros compañeros del club de atletismo que salían en otros turnos de salida y nos animamos mutuamente. Una vez pasado nos separamos dos van por delante y nos quedamos tres por detrás, no vamos muy separados solamente unos 100 o 200m pero entre la gente no nos encontramos. Julián y Cristian se quedan conmigo, así me lo dijeron cuando se inscribieron ellos al maratón, si la hacían era para acompañarme en todo momento y así lo estaban cumpliendo, creo que no hay palabras suficientes para darles las gracias.

En el km 17 me hacen una señal para avisarme de que había un chico con un sensor de glucemia en el brazo y nos acercamos a hablar con él. Tenía el libre y usaba la bomba de Medtronic, supongo que por empatía le preguntamos qué tal estaba y como llevaba las glucemias y tras hablar un poco continuamos adelante. Seguimos corriendo hasta el km 20 al mismo ritmo, en ese momento aprovecho una parada para ir al baño de Cristian, para parar y tomar aire hasta que vuelve y seguir corriendo.

Cuando llegamos al km 23 tras haber pasado ya el ecuador del maratón y más de dos horas de carrera a la espalda vemos que hay una ambulancia medio cruzada en el recorrido y otra ambulancia viene en sentido contrario hacia nosotros con las luces de emergencia encendidas, parando justo al lado de la que ya estaba cruzada a unos 150m de nosotros. Al pasar junto a ella vemos que el médico de la ambulancia estaba haciendo una reanimación cardiopulmonar a un chico joven. Se nos vino el alma al suelo, uno nunca está preparado para ver estas cosas. No paramos, estaba atendido por dos médicos y dos enfermeros y no podíamos hacer nada para ayudar, al mismo tiempo, un hombre que iba en bicicleta, de la misma organización, pasaba por nuestro lado y nos dice, no miréis, mirar hacia delante, centraros en vuestro objetivo, son cosas que lamentablemente pasan más habitualmente de lo que creemos. Nos hubiera gustado no oír estas cosas, pero lamentablemente tenía razón. Tras ver el periódico, he leído que el chico tuvo un desvanecimiento y se golpeó la cabeza con un coche estacionado. Según estas noticias, el chico fue trasladado al hospital.

Volviendo a nuestra carrera, y con el mal cuerpo que se nos había quedado al ver eso continuamos. Un km o km y algo después, empiezo a notar ganas de ir al baño, paro, pero no, no hay manera de orinar. Me viene a la cabeza un mal feeling, no me gusta esa sensación y creo que algo malo pasa. Pero un km después se pasa.

Vemos a un chico conocido que corre con la misma camiseta que nosotros otro DT1, lo saludamos, hablamos con él y conversamos un poco, nos dice que no sabe si podría terminar por un golpe que se había dado unos días antes. Nos pide que continuemos y lo dejamos atrás.

Llegamos al 26 y vuelven las molestias. Paramos y caminamos un poco para ver si se pasa y así es, se pasa un poco y continuamos corriendo hasta llegar al 28. Las molestias siguen ahí, no sé que es lo que ocurre. Volvemos a caminar, pero entramos en el centro de la ciudad y el ambiente en general, los puntos de animación, la música, la gente animándote por tu nombre al leer tu dorsal, eso anima a cualquiera.

Llegamos al km 30 y a las molestias estomacales se suman las ganas de vomitar, a cada paso mientras trotamos noto arcadas y paro. No digo nada, me cuesta hablar. Me lleno de rabia, sabía que eso no era nada bueno, mientras camino sigo teniendo arcadas, pero no paro. No puedo dejar de pensar que mis dos compañeros pararían si yo abandonaba.  No, no puedo hacer esto. Lleno de rabia camino hasta el 32 donde ya noto que iba a vomitar, me aparto a un lado, pero no puedo. Julián me dice que me siente y me tira agua por el cuello, pero no puedo quedarme ahí. Sé que si me siento ya no me levanto y les digo que vamos a caminar. Se me llenan los ojos de lágrimas en varias ocasiones, no quiero abandonar, no puedo hacerles esto.

Agacho la cabeza, busco las pocas fuerzas que me quedan para golpear la pared, ese muro que se ha puesto delante y no me deja continuar corriendo, pero el mal cuerpo y las ganas de vomitar no me dejan, pero tengo que continuar, intentarlo de nuevo, y al igual que durante los entrenamientos mis ánimos se venían abajo. Intento arrancar, pero no puedo. Mi cabeza se va llenando de pensamientos negativos y no consigo aguantar el trote, esto no era solo cosa de cabeza o algo que dependiera de mí mismo.

En el 35 Julián me dice que no quiere verme así, que soy un luchador y tiene razón, pero el mal cuerpo que tengo y las ganas de vomitar junto a las arcadas no me dejan pensar, ni responder. Las glucemias subían disparadas y decido aumentar la basal de la bomba y pasar de un 10% a un 50%. Bajo la cabeza y en varias ocasiones intento arrancar de nuevo, pero no puedo. Oigo Say yay, está sonando en un punto de animación, pero mi cabeza está llena de negatividad. Cuando llegamos al km 38, vemos a un amigo, había venido en bicicleta con su hijo para vernos, nos sigue por el carril bici hablándome, diciéndome que ya estábamos en meta, pero yo solo podía decir que no con la cabeza. No me salían las palabras. Durante varios cientos de metros me habla y me grita que no me rinda, que estábamos en meta ya, que lo intente que trote de nuevo. No sé si el que gritaba realmente era él, o yo oía eso en mi cabeza, pero de repente antes de llegar al km 40 arranco de nuevo, me encuentro mejor, no sé qué ha ocurrido, sigo teniendo mal cuerpo, pero las arcadas han parado.


Vamos trotando al mismo ritmo que al comienzo del maratón cosa que me sorprende y a 1,5 km de meta vemos a Alicia y nos acompaña hasta la entrada a la ciudad de las artes y las ciencias corriendo mientras nos hace fotos y videos. Mi primera reacción al verla es decirle que no, les había arruinado la carrera a Julián y a Cristian. Pero sus palabras y sus ánimos me hacen cambiar el no por una medio sonrisa, aunque no me quito de la cabeza el sentimiento de culpabilidad.

Cartel de "900 m" a meta, nos dirigimos a la bajada a la ciudad de las artes y las ciencias. Le damos las gracias a Alicia y vamos hacia allí. En ese momento empiezo a escuchar... "¡levanta la cabeza, ya lo tienes!, ¿has visto lo que has hecho?, ¿lo que has conseguido? No sé quién me lo decía, ni siquiera si realmente me lo decían, supongo que sí, supongo que sería Julián, mi "Pepito grillo" particular. Vemos los carteles, "700 m" levanto la cabeza, "500 m" vemos que sacan a un chico por haber perdido el dorsal, "300 m" entramos en la última curva antes de entrar en la alfombra azul, que pasa por encima del lago artificial para llevarnos a la meta, miramos a la izquierda y vemos a Rocío, las hijas de Julián, Mª Ángeles y los hijos de Cristian, a Manuel, nos separan solo unos cuantos metros y parte del lago. A pesar de que durante los últimos km no podía levantar la vista del suelo y lo poco que miraba hacia arriba no veía a la gente, mejor dicho, no los distinguía a no ser que me llamaran y forzara la vista para fijarme, pude ver sus caras de satisfacción, incluso me pareció ver saltar a alguno de ellos. Vamos hacia la meta, nos quedan unos 100 m quiero que entren delante de mí, quiero que tengan mi reconocimiento, mis disculpas, un gesto para que sepan que aprecio mucho todo lo que han hecho y lo que me han aguantado, aunque sé que no me lo van a permitir y les cojo las manos. Entramos los tres en meta juntos de la mano con los brazos arriba.

#DIABETESNOESMILIMITE

Llegamos, cruzamos la meta, solo puedo decir gracias, nos abrazamos, no me sale otra palabra, gracias, no se si pueden escucharme. Me agacho, me cuesta hablar, estoy cansado, pero no es eso. Tengo ganas de llorar, pero no puedo y sigo encontrándome mal, tengo los labios cortados. Recogemos la medalla y la bolsa del corredor, vamos a por alguna bebida para refrescarnos y recuperar sales y nos sentamos un poco. Me voy encontrando un poco mejor, aunque sigo teniendo mal cuerpo.

Ya volviendo en el coche, me viene una cosa a la cabeza, ¿esas ganas de vomitar y ese mal cuerpo no serían cetonas? Tras más de dos horas y media con glucemias altas, perdiendo sales por el sudor… quien sabe. Ahora me encuentro bien y solo pienso que la próxima vez no experimentaré antes de una carrera. La bajada de bomba a solo un 10% quizás debería haberla probado antes. Pero si, cruzamos el arco de meta, SOMOS MARATONIANOS!!! Lo hemos conseguido, sin ellos no lo hubiera hecho, lo tengo clarísimo. Pero, aun así, estoy muy contento de no haberme rendido, no haber dado mi brazo a torcer y completar esos 42km, eso ya no me lo quita nadie. Puedo hacerlo, podemos hacerlo.


Ahora solo pienso en el viaje a Frankfurt el jueves. Os contaré más adelante que tal va.

PD: Gracias Rocio por apoyarme y animarme.



lunes, 26 de noviembre de 2018

The Final Countdown


Siete días, tan solo quedan siete días para enfrentarme a mi mayor reto deportivo, algo que hace unos meses era impensable para mí.



Después de seguir el plan de entrenamiento, y del que ya van cinco meses, estas semanas están siendo más duras de lo habitual. Me está costando mucho tener que salir a entrenar. No sé si será el frío, la acumulación de km, el cansancio en general o la preocupación por una lesión de última hora, en realidad no lo sé. Tan solo queda una semana y en estos momentos solamente deseo que termine la cuenta atrás, que llegue el día , que pase el momento...Pero al mismo tiempo quiero que llegue para ver si seré capaz de aguantar esos 42 km, si todo el esfuerzo de estos últimos meses ha valido la pena.



Hace un par de semanas que no había escrito nada, pero lo que sí que he hecho durante estos días ha sido continuar con los entrenamientos. En la semana posterior al entrenamiento de los 30 km no hice mucho. De hecho, no volví a salir hasta el jueves, el lunes y el miércoles no entrené, tras pasar el martes por el fisio. Preferí esperar y estar seguro que no me iba a lesionar tras hacer ese entrenamiento y continuar sin recuperar. Así que el entrenamiento del miércoles lo realicé ese jueves y volví a salir el viernes, fue una salida corta simplemente con el fin de activar un poco más los músculos.



Ese domingo hice la media maratón de Gandía. Esta vez había algo diferente, hacía la carrera yo solo.

Como os he comentado muchas veces, siempre corro acompañado, pero esta vez tanto Julián, mi compañero habitual, como Manuel, que últimamente también me acompaña siempre, por diferentes motivos, se inscribieron a otra carrera. Y aunque no fui solo, de hecho nos inscribimos varios miembros del club, en el momento de la carrera cada uno lleva su ritmo particular y más cuando estamos siguiendo el plan de entrenamiento para el maratón. Así que tocaba mentalizarme para hacerla solo, tenía mis dudas de si sería capaz de cruzar la meta. Aunque parezca una tontería, el hecho de correr con un amigo o un compañero a tu lado, hace que todo sea mucho más fácil, las carreras se hacen menos duras y más aún cuando se trata de una media. Pero había que intentarlo, así que siguiendo mi plan de entrenamiento, hice los primeros 15 km. Y tras una breve parada, continué hasta completar los 21 km. Así que al final conseguí correr mi primera media maratón solo, no con la marca de la media maratón de Valencia, pero aun así quedé muy contento.



Domingo la media y el lunes debían de continuar los entrenamientos. Pero esa semana empezó con un temporal de lluvia de esos que ya no estamos acostumbrados en esta zona. Así que no pude realizar los entrenamientos correspondientes. Y aunque te recomiendan seguir entrenando aunque llueva, a estas alturas no quise arriesgarme a coger un resfriado y no llegar en condiciones al maratón. Supongo que ese parón, obligado por la lluvia, de algún modo también influye en que las ganas de que pase ya el maratón vayan en aumento.



Estas últimas semanas, no solo han sido entrenamientos y carreras, también han habido buenos momentos junto a los compañeros y amigos del club. De hecho hace un par de semanas, me dieron una buena noticia, Julián, mi compañero habitual, había conseguido un dorsal para el maratón! Por lo que siempre me comentaba, en sus planes no entraba correr un maratón, sin embargo me había dejado muy claro que en gran parte del recorrido me acompañaría siempre y cuando la organización lo permitiera. Recibir una noticia así, correr con un amigo que con el simple hecho de escucharme como hablo o como respiro sabe ya como me encuentro, la verdad es que me tranquiliza, no del todo obviamente, pero si bastante . Así que ahora..., YA NO LO HARÉ SOLO! A parte de Julián, también sé que otros compañeros del club tenían pensado acompañarme en algún que otro tramo. Uno de ellos, Cristian, que también ha conseguido un dorsal para el maratón, y aunque físicamente no está del todo bien, nos ha dicho que nos acompañará todo el tramo en que sus piernas lo respeten. Y como Cristian, Alicia, otra compañera del club que también está pensando en acompañarnos durante algunos km.





He de decir que me siento muy afortunado de tener a mi lado a tantas personas que me aprecian. Siempre pasamos por días malos y llegamos a pensar que esas personas no existen. Pero con detalles como estos te das cuenta de que son solo eso, días malos, días en los que todo lo ves negro, días donde estás equivocado. Pero al igual que todo, esos días también pasan, y mas cuando ves acciones como estas.



Hoy estaba inscrito a una carrera de casi 13 km, pero el plan de entrenamiento marcaba una salida de dos horas. Así que, decidimos dejar el coche unos 7 km antes, y junto con Julián y otros compañeros del club, hemos empezado en ese punto el entrenamiento de hoy hasta llegar a la salida de la carrera. El problema en este caso es que al llegar hemos tenido que ir a recoger el dorsal, y esos minutos de espera hasta que dan la salida, terminas enfriándote. Tras dar la salida, seguimos con el entrenamiento programado e intentando mantener los ritmos marcados. Los primeros kilómetros, el tener que parar, enfriarte y volver a empezar, tras el parón esperando la salida, se me han hecho algo duros, pero como siempre y animándonos mutuamente Julián y yo (como no, hoy volvíamos a correr juntos), hemos conseguido completar el entrenamiento previsto para hoy.





Solo queda una semana, o también podría decir aún queda una semana, dependiendo de como lo mires. No espero ganar (obviamente), ni siquiera hacer un buen tiempo, solo quiero poder decir "Yo también puedo", que no pregunten de nuevo ¿y con diabetes puedes? Llegar a meta será como haber ganado para mi.

Durante estos días solo saldré a entrenar un par de días, con la única intención de mantener los músculos en condiciones. Estos días toca descansar, organizar todo lo que necesitaré llevar conmigo, estudiar los puntos donde necesitaré tomar algo y tranquilizarme. El trabajo está hecho, así que a esperar que el próximo domingo todo salga lo mejor posible!




It’s the final countdown!

Estamos partiendo juntos,
pero aún así es una despedida,
y quizás volvamos,
a la Tierra, ¿quién sabe?
Supongo que no hay nadie a quien culpar,
estamos dejando el suelo -dejando el suelo-
¿Alguna vez volverán las cosas a ser lo mismo?

Es la última cuenta atrás,
la última cuenta atrás.

Nos dirigimos a Venus,
y aún así estamos seguros de nosotros mismos
porque quizás ellos nos hayan visto
y nos den la bienvenida a todos,
con tantos años luz que recorrer,
y cosas por encontrar -por encontrar-,
estoy seguro de que todos la echaremos de menos.

Es la última cuenta atrás,
la última cuenta atrás,
la última cuenta atrás -la última cuenta atrás-.





lunes, 5 de noviembre de 2018

Allá vamos!


Y después de una semana, y a pesar de tener un puente de por medio, mi mente sigue recordando el Medio Maratón de Valencia, recordando que me salió mejor de lo que había imaginado, y pensando que todos los entrenamientos, que esos duros entrenamientos, al final han servido para mucho, cosa de la que dudas cuando te planteas un objetivo de estas características. Así que con toda la motivación y los ánimos que te aporta ver que puedes conseguir tus metas, decidí continuar, y con más ganas si cabe, el plan de entrenamiento que tengo asignado. Y, supongo que os preguntaréis..., ¿por qué seguir con el entrenamiento cuando ya has logrado tu objetivo? Pues porque en un primer momento mi objetivo no era el medio maratón, el plan de entrenamiento que estaba siguiendo realmente no era para ello, si no, para el maratón de Valencia, sí, mi objetivo era el ¡¡maratón de Valencia!!
Así que, en un primer momento me planteé hacer el maratón, pero el no haber realizado nunca una carrera de más de 21km me daba bastante respeto, me frenaba un poco o porqué no decirlo...., me daba miedo. Aun así, decidí continuar con los entrenamientos, en realidad tampoco perdía nada por seguir con ellos. Pero como comenté en posts anteriores, durante el segundo mesociclo (se llama así a cada etapa del plan de entrenamiento y que equivale a cuatro semanas) me vine abajo, no era capaz de seguir el entrenamiento y eso me desmotivó. También influyeron muchos otros factores, aunque tampoco fueron el principal motivo para decidir no hacer el maratón, al final fueron un cúmulo de muchas cosas, algunas controlables, otras no, las que al final me llevaron a desistir de mi principal objetivo. Sí, habéis leído bien, me costó, me dolió, pero decidí no hacerla. A pesar de todo, tanto el entrenador del club, como Julián y Rocío me animaron a continuar con el entrenamiento, me animaron a hacerlo sin agobiarme, solo pensando en mejorar y porqué no, pasarlo bien con los entrenamientos y con las carreras que una preparación así conlleva, junto con el resto de compañeros del club. Así que, decidí hacerles caso, ya que lo había empezado, no perdía nada por continuar y hacer el entrenamiento hasta donde pudiera llegar y como no, demostrarme a mí mismo de lo que en realidad era capaz de hacer.


Esa gente a la que envidio/admiro (ya comenté en el post anterior que no sabría describir o definir con exactitud el que se siente) era a mis compañeros del club, a todos los que estaban haciendo el entrenamiento del maratón. Admirar el esfuerzo que hacían día sí, día no, con los entrenamientos y envidiar el no tener esa salud que hace que no tengas factores externos llamadas hipo e hiperglucemias que no te dejen entrenar o competir como realmente te gustaría y desearías.

A pesar de estar ahí el puente de todos los santos, los entrenamientos debían continuar, y aprovechando que mi amigo Leigh, vino a pasar estos días conmigo, hicimos juntos los entrenamientos del jueves y viernes. Pero no el de hoy domingo, eran demasiados kilómetros para él, a pesar de que él ya hace sus carreras y a un buen ritmo, pero un entrenamiento de estas características no se puede hacer así sin más y siempre hay que empezar y aumentar los km poco a poco. Quien sabe si dentro de un tiempo podremos hacer alguna carrera juntos, bueno estoy casi seguro que sí. Lo que sí estoy seguro de que haremos, y el cual ya estamos organizando es un viaje a Alemania para el próximo mes.


Así que hoy tocaba uno de los entrenamientos más duros de todo el plan, hoy es el último día del quinto mesociclo, y me esperaban 30 Km!!! Es en este km, el kilómetro 30, el punto en la que los corredores populares hablan del famoso "muro", es el momento en el que el maratón se hace más duro y según los que ya lo han vivido el momento que si superas, puedes estar casi seguro de que vas a alcanzar la meta del maratón. 30k son muchos kilómetros, así que me propuse salir temprano, y como no, quedé con Julián, mi compañero de entrenamiento y carreras. A pesar de que él nunca se ha planteado realizar el maratón si que quería probar con esta distancia, el motivo, la verdad no lo sé, pero en parte me lo puedo imaginar. Así que, con todo el ánimo y la motivación que logré tras el medio maratón, quedé con Julián a las 7 de la mañana, para ir a por esos 30k. Hacía frío, mucho frío, pero para nada nos ha amedrentado, y 3 horas después conseguimos correr los 30 kilómetros!!! Los primeros 24k pasaron rápido, más de lo que nos esperábamos y con buenas sensaciones. Pero mi mente se había planteado una posible parada, y paramos, y ocurrió exactamente lo mismo que en la media de Valencia, tras la parada, las sensaciones ya no eran las mismas, y aunque seguíamos con los mismos ritmos, mis ganas de volver a parar aumentaban, y volvimos a parar en el kilómetro 27'5.

Tras esta segunda parada continuamos, nos quedaba poco, y se hacía muy duro, pero ahí estaba Julián (la voz de mi conciencia) para repetirme, venga....ahora hasta el final!!!, venga que ya lo tenemos!!!, venga ya no paramos, podemos bajar el ritmo si hace falta, pero no parar y así lo conseguimos. Así he logrado correr mi distancia más larga, así he conseguido mis primeros 30 km!!!


Terminado el entrenamiento, y aún notando dolores en los músculos de las piernas, pero contento, muy contento con lo conseguido hoy, he vuelto a creer que puedo hacer el maratón, en realidad esperaba este entrenamiento para tomar una decisión. Aun así, desde hace casi un mes no hay dorsales disponibles, es la primera edición que agota los dorsales y más con tanto tiempo de antelación. Este fue uno más de los motivos que me hicieron desistir en un primer momento de correr el maratón. Pero, aquí es donde entra Fernando Santos, o Diabeticrack, o el Monge o cualquiera de los nombres con los que lo bautizan. Para mí es Fernando, una persona con la que se puede hablar de muchas cosas aún sin conocernos mucho, pero con el cual comparto ciertas opiniones. Y volviendo al tema del maratón y Fernando, hay que decir que él también se planteó correrlo, también se propuso conseguir este reto, pero para él esta vez no va a poder ser (deseo que llegue el momento en que sí tenga la ocasión de revivir la experiencia) y ha decidido cederme su dorsal, así que ahora ya no tengo excusa. Y aunque ya lo hice por privado, quiero también desde aquí darle las gracias por ello. Y como no, tengo pendiente hacer una carrera junto a él, cosa que espero sea cuanto antes.




A partir de mañana lunes, comienza el sexto y último mesociclo, las últimas cuatro semanas de entrenamiento premaratón. Semanas que afronto con ganas y motivación a tope, por todo lo conseguido y por lo que voy a intentar conseguir. Así que a por ello y que nada nos pare!!!

lunes, 29 de octubre de 2018

¡Y llegó el día!


¡Y llegó el día! Después de meses de preparación hoy tocaba correr el "Medio Maratón de Valencia". Como comenté en la entrada anterior, era mi cuarto medio maratón, pero esta vez lo había preparado de manera especial, duros entrenamientos, molestias musculares, altibajos emocionales, pero lo más importante....¡motivación a tope! Supongo que por eso no he podido evitar  los nervios, como se dice, era el día D y la hora H. A quince minutos del comienzo de la carrera una hipo considerable sobrevino, aún teniendo una reducción de basal desde una hora antes. Lejos de ponerme más nervioso, tomé dos geles y a por la salida! Cuando suena el disparo de salida, el sensor de glucemia empieza a fallar… (no podía ser en otro momento). Como tenia los valores por el móvil, aún no siendo “fiables” me dieron la suficiente tranquilidad para seguir.

Hola, hola señor Luchador
Mira, estamos aquí de nuevo
Los buscavidas no renuncian
No se abandonan a su destino
Más de mil millas hasta el final
Nunca sabremos lo que está más adelante
Tenemos solo hoy
Para aprender de nuestro ayer

Me siento vivo (poniéndome en juego)
Toda mi vida (recorro este camino)
Todavía estoy vivo (y me aparto)
De los espejos rotos

Me siento vivo (cuando me atrevo de decir)
Quiero luchar
No lo solucionaré escapando, escapando... No lo solucionaré escapando

Vamos, alza tu grito de guerra
Eres lo que nunca muere
Hurra canta la la la la, sigue cantando la la la la
Sigues subiendo colinas
Ahora estás persiguiendo tus sueños
Hurra canta la la la la, hurra


Desde el comienzo de la prueba, necesitaba ir al baño y al llegar al kilómetro 5, vi cuatro de esos portátiles, así que fui disparado hacia ellos, supongo que sería el efecto de los dos geles del principio, ya sabemos que cuando pasamos a hiper, al menos a mí, me dan ganas de ir al baño (aguas menores XD). Después de esto continué, y hay que decir que el entrenamiento dio sus frutos, me encontraba muy bien y decidí acelerar. En el Km 11 empecé a notar que necesitaba parar unos segundos, aguanté hasta el 15 y ahí ya si que en el avituallamiento paré, !error¡. Desde que recogí el dorsal el sábado, llevaba en la cabeza hacer una parada en el 15. Nunca había llegado tan lejos sin hacer una parada por una hipo y siendo sinceros, la parada que hice era más psicológica que por necesidad. Una vez hecha la parada, las sensaciones no fueron las mismas, y aunque los ritmos ya no fueron los mismos, para nada fueron malos.

Hola, hola señor Peligro
No debes tener miedo
Conozco de memoria todas mis sombras
Hay luz entre mis grietas
Más de mil heridas en mis manos
Por cada vez que luché contra ellos frente a frente
A través de nuestros errores
Encontramos la forma de volver al camino correcto

Me siento vivo (no voy a caer)
Toda mi vida (una y otra vez)
Todavía estoy vivo (no voy a ceder)
En el intento

Me siento vivo (no voy a correr)
Quiero luchar!
No lo solucionaré escapando, escapando... no lo solucionaré escapando

A partir del Km 20, el correr los primeros kilómetros a ritmos más altos de los entrenados, junto con las paradas hechas, me pasaron factura. Pero ahí estaban mis amigos, mis compañeros de carreras, como no, para animarme a continuar y el resultado ahí está. ¡Batí mis récords personales, y no solo en la media maratón, sino también en el 10k, 15k, 10 millas y 20k!


Vamos y alza tu grito de guerra
Eres lo que nunca muere
Hurra canta la la la la, sigue cantando la la la la
Sigues subiendo colinas
Ahora mismo estás persiguiendo tus sueños
Hurra canta la la la la, hurra

Estoy más que orgulloso del trabajo realizado, de los resultados, pero sobre todo de los amigos que me han acompañado en la prueba, sin ellos creo que no lo hubiera conseguido. Ahora toca seguir, y pensar en el siguiente reto, pero eso será en la siguiente entrada.


Aunque había escuchado la canción ya hace tiempo, al prestarle atención a la letra, me di cuenta que puede que tenga algo que ver con la lucha, las ganas y la tenacidad que tenemos para conseguir nuestros objetivos. Así que, no va a ser fácil, nunca lo ha sido, pero.......¡¡¡nunca dejemos de luchar por nuestros sueños!!!


domingo, 21 de octubre de 2018

Preparando la prueba

Hace ya muchos meses que no había aparecido por aquí. La verdad es que he estado centrado en asuntos profesionales y aunque sigo en ellos y estoy en mitad de un proyecto muy muy interesante, intentaré contaros un poco más de lo que tengo previsto de aquí a finalizar el año.

Lo que queda más cerca, y para lo que me llevo preparando desde final del verano, es la media maratón de Valencia. Esta será mi cuarta media maratón y no por ello me encuentro más tranquilo. Se nota el cosquilleo ese tan característico en el estómago, sientes los nervios cada día después de entrenar y por supuesto, te preocupa esa noche donde vienen las hipoglucemias y quieras o no tu cabeza piensa en que a lo mejor eso no te deje cumplir con tu plan de entrenamiento o incluso que pase la misma noche de la media o peor aún durante la prueba.


Como he dicho llevo desde finales de agosto entrenando y preparando esta media maratón, pero sin dejar de mirar de reojo los puentes y vacaciones, para los cuales ya tengo algo preparado, un puente por Europa y para finalizar el año… Asia!!! Aunque estos viajes son en diciembre y para ellos aún quedan algunas semanas, así que de momento voy a centrarme como os digo en el próximo reto.

Esta media maratón a pesar de ser la cuarta es un poco especial. Aunque para la primera intenté seguir un plan de entrenamiento, he de reconocer que no lo seguí al pie de la letra. Pero sí que me ayudó mucho, sobre todo en los primeros tramos del entrenamiento, para aumentar la capacidad de pasar a aguantar 21km, de los 10km que era capaz de hacer, aunque, eso sí, con dificultades. Ahora he seguido el plan de entrenamiento más a rajatabla. Han habido caídas (metafóricas), ha habido desilusiones, todas ellas al ver que en un momento determinado no era capaz de seguir el plan. El primer mes, fue genial, pude realizar todos los entrenamientos, incluso en la prueba que se realiza al finalizar el mes, rebajé mis tiempos en una prueba de 10k, es más, esta vez la hice solo. He de aclarar, que casi nunca corro solo, prácticamente siempre corro o entreno con un amigo. Supongo que por miedo. Llevo un medidor continuo de glucosa y una bomba de insulina, pero aún así, la diabetes me ha demostrado que todo esto no es suficiente. En mi diabetes todo el control y todas las decisiones las tomo yo mismo, pero quizás, el tener a una persona, tener a ese amigo al lado, sabiendo que en caso de que me desplome o me suceda cualquier cosa, pueda pedir ayuda y explicar lo que está ocurriendo, me ayuda a superar ese miedo que siempre me acompaña, así que todo esto me da mucha tranquilidad. Por ese motivo mis entrenamientos siempre son cercanos a algún lugar donde me encuentre tranquilo, donde pase gente que me conozca, no porque crea que vaya a pasarme nada, soy y somos auto-suficientes, pero estoy más tranquilo.

En el segundo mes del plan de entrenamientos vinieron las sesiones semanales de 10k, con 6 minutos de descanso y otros 10k más y para finalizar otros 30 minutos a un ritmo algo más lento, pero la verdad, siguen siendo 30 minutos. Esto me agobió muchísimo, la primera semana no pude hacerlo por compromisos el día del entrenamiento y el día siguiente tampoco por inclemencias meteorológicas. La segunda semana, salí a entrenar por la zona donde habitualmente lo hago para estar en mi zona de confort, pero no pude realizarlo. No sé si fue el calor, el descanso, los nervios, el agobio… a los 5km tuve que parar y pensé, si aún me queda un montón del entrenamiento! Me rehíce y tras 1 ó 2 minutos continué, pero 3km después no podía más, otra hipoglucemia, me terminé medio litro de isotónico y seguí. Cuando llegué al km 10 el empacho y el traqueteo de beberme el isotónico de golpe para contrarrestar la hipoglucemia, hizo que empezara a tener náuseas. Llegué donde estaban unos compañeros que siguen otro plan de entrenamiento y me senté un poco. Más o menos bajé pulsaciones, descansé un poco e hice un par de series para llegar a los 12km. Esto hizo que mis ánimos decrecieran, me sumí en el desánimo y pensé que no era capaz de hacer ese entrenamiento. La siguiente semana ni lo intenté y en la cuarta decidí inscribirme en una carrera de 20k donde tenía más presión todavía, cerraban la llegada en un tiempo determinado, y por supuesto, no quería que me descalificaran por no entrar en tiempo. Hice la carrera con dos amigos y de nuevo, los 10 primeros km fueron geniales, el problema vino cuando me volví a tomar el medio litro de isotónico de golpe… y dirás, ¿por qué no empiezas a tomar pequeños sorbos antes y así controlar la glucemia? Pues porque mis bajadas de glucemia son muy bruscas y también porque soy muy cabezón.

Bueno, el caso es que con el desánimo de no poder cumplir con el plan de entrenamiento, oía a los compañeros del club hablando de sus metas y se me quedaba cara de embobado, no sabría explicar la sensación exactamente, porque envidia no lo llamaría. No puedes tener envidia de alguien por hacer algo que tu cuerpo en ese momento no te permite hacer y que cada vez que lo intentas te das de cabeza contra una pared y lo único que haces con eso es hacer que bajes la cabeza un poco más. El caso es que a veces, juntarte con gente que siente lo mismo que tú, que te habla con conocimiento de causa, te ayuda a ver las cosas de otra forma. De hecho llevo dos semanas con piques en un grupo de whatsapp con amigos con diabetes, ellos son de otros lares, pero así y todo quedamos el domingo pasado para hacer una prueba. Las características de la prueba no nos permitía correr juntos, pero me ayudó mucho para coger fuerzas, la semana de piques, risas, ánimos,…..Y así, con la cabeza gacha como la tenía, dar un golpe a la pared y seguir con todo lo que me había propuesto!

Este miércoles pude realizar el 10+10, aunque sí que es verdad que no al uso. Pero hice 10 + 6 + 4 y luego aún tuve fuerzas para hacer uno más de regalo, así que, ya que estaba hice media maratón.


Estoy con muchas ganas de que llegue el domingo que viene, sé que luego llegará el día y no sé si seré capaz de pasar bajo el arco de meta y de terminar el plan de entrenamiento. Pero sinceramente solo deseo poder terminar, si no lo consigo con el tiempo que me gustaría, que sea en un poco más, no me importa. ¡Así que, seremos positivos y por supuesto que lucharé para conseguirlo!



Os intentaré contar más después de la prueba del domingo 28.

viernes, 29 de diciembre de 2017

El comienzo del viaje

Este articulo se iba a publicar en una revista de diabetes, pero por falta de espacio en ella, se ha “guardado” para el siguiente número. Creo que mi nuevo viaje o al menos el comienzo se explica bien en él, lo comparto con vosotros.

Cuando ingresas en el hospital con el diagnóstico de diabetes, sin saber absolutamente nada de lo que todo esto conlleva, con la palabra “debut” en tu cabeza y tras el shock de verte en la cama de un hospital, supongo que por tu mente pasan infinidad de dudas y preguntas. Digo supongo porque en mi caso solo recuerdo claramente una, la primera que le hice a la endocrina, “¿podré seguir haciendo deporte?” su respuesta de, “si te atreves...” me dejó un poco desconcertado, creó en mí una inseguridad que hizo que le cogiera respeto a la actividad física como tal.

Tras muchos años mal aconsejado, a mediados del 2016 y a través de las redes sociales, conocí a varias personas con diabetes que llevan a cabo retos que incluso alguien sin ella, quizás no harían o les sería igual de complicado. Tras muchos años sin hacer deporte, por el miedo inculcado, despertaron en mí el gusanillo dormido. En ese preciso momento y sin conocer su verdadera historia, empecé a seguir a estas personas y sus experiencias en el deporte, y me preguntaba, ¿cómo pueden hacerlo?, ¿cómo es posible que estas personas puedan realizar esos entrenamientos?, ¿cómo pueden pensar siquiera en hacer un maratón? Sus experiencias fueron una más de las motivaciones que me llevaron a empezar de nuevo con el deporte, aquel deporte que muchos años atrás dejé de practicar por miedo y por desconocimiento. Pero claro, no todos tenemos las mismas circunstancias, las glucemias no se comportan igual para todos y esa batalla era solo mía, nadie me podía ayudar. Así que, tenía la motivación, pero no la forma ni los conocimientos necesarios para empezar con ello. Un poco más tarde conocí a Julián. Julián es el padre de una chica con diabetes, hablamos el día mundial de la diabetes de 2016. El y su familia, llevaban poco tiempo conviviendo con la diabetes, pero algunos años en el mundo del atletismo y de las carreras populares, así que me propuso salir a correr algún día con ellos. 
Ya no tenía excusa o eso prefería pensar. Pero... después de tantos años sin hacer nada, ¿cómo iba a ponerme a correr con ellos? Y lo que más me preocupaba, ¿cómo iba a controlar mis niveles de glucemia, y más teniendo en cuenta que mis hipoglucemias son inadvertidas?

Por esos días, ya usaba el medidor flash y empecé a salir yo solo (mal hecho), corría unos metros, pero me ahogaba, no podía, eran bastante más de 15 años sin hacer nada, ni siquiera correr para coger el autobús. Pero no desistí, seguía y cuando recuperaba el aliento volvía a intentarlo, no importaba el tramo que aguantara, lo importante era decirle a mis piernas, ¡eh, estoy aquí, y quiero volver! Soy muy cabezón, supongo que al igual que la mayoría de los que estáis leyendo estas líneas, por tanto, continué intentándolo. Vinieron las agujetas, es normal, pero esto tampoco iba a ser un impedimento para continuar. Los resultados no se vieron al día siguiente, pero antes de lo que me imaginaba, vi que las distancias que aguantaba eran un poco más largas y poco a poco pude hacer un par de kilómetros seguidos, obviamente tenía el medidor flash siempre a mano y cada poco tiempo lo utilizaba.

Ayer hizo un año de mi primera carrera popular, una San Silvestre, una carrera donde participa mucha gente, donde el ambiente festivo ayuda a continuar. En aquella primera carrera tuve que parar una vez por problemas de glucemias para tomar un gel, esto no hizo que llegara en última posición. Tengo que decir que soy bastante competitivo y uniendo esto con la diabetes y el deporte creo que es un estímulo más para superarte a ti mismo, no me gusta perder ni a las chapas. Un par de semanas más tarde lo intenté de nuevo, y conseguí terminar de nuevo la carrera. Hablo de carreras cortas, tres o cuatro kilómetros como mucho. Esto me animó bastante, salía a correr, a entrenar, siempre a mi ritmo (es decir lento) dos veces a la semana, hacía un par de kilómetros, eso sí, el resto de días también salía a caminar. 

Recuerdo haber hecho un par de carreras de cuatro kilómetros, pero en una de ellas me tuve que retirar porque no podía continuar, pero no dejé de intentarlo. Después de haber conseguido lo impensable unos meses antes, tuve que parar, dos meses sin poder hacer nada. Durante los meses que paré cambié el medidor flash por un MCG, sabía que las alarmas me ayudarían y no tendría que estar tan pendiente de las lecturas. Así que, ¿quién dijo miedo? A finales de abril volví a los entrenamientos y me puse una meta, correr 5 km, lo conseguí a principios de julio, si mal no recuerdo. Esto hizo que me viniera arriba, que mi motivación aumentara y tan solo una semana después me inscribí en otra carrera popular, una de 7 km, carrera que conseguí terminar de nuevo, con la satisfacción que esto conlleva. Esta fue la primera carrera en la que me acompañó Julián, al que tengo que agradecerle que venga conmigo siempre, no por temas de glucemia, para eso tengo el MCG y los dos sabemos que eso solo depende de mí, pero los ánimos que te da otra persona que va contigo ayudan mucho, y por qué no decirlo lo pasamos genial corriendo juntos.

La última semana de julio me inscribí a mi primera carrera de 8k, y sí, fue duro, como todas las otras carreras, para que mentir, pero volví a cruzar la meta de una nueva carrera. Durante todas las carreras he tenido que parar por alguna hipoglucemia, pero nada que no haya podido solucionar con un par de geles o algún sobre de azúcar, con lo que conseguía remontar rápido y me permitía seguir corriendo. El 8k fue mi última carrera antes de uno de mis retos del 2017, el Camino de Santiago desde Santander, 527 km. El cual ya os lo fui contando en vivo.



Al finalizar el Camino de Santiago, tuve que parar unas semanas, habían sido muchos kilómetros y un gran esfuerzo y mis piernas necesitaban recuperarse. Un mes más tarde volví a entrenar, empezando con distancias cortas, aumentándolas poco a poco y con vistas a mi siguiente carrera, los 10k de Valencia y que coincidía con la salida del maratón que iba a realizar Jorge, (una de las personas que seguí y me motivo para volver a activarme en el deporte). Mientras tanto seguí entrenando, me inscribí en mi primer 10k y un poco más tarde en un 12k y con un plus añadido, esta última no era totalmente plana, me enfrentaba a mis primeras pendientes, pero conseguí terminar las dos distancias, mejorando tiempos y disminuyendo el número de hipoglucemias durante la carrera.

Así llegué a Valencia. Sabía que no iba a estar solo, como no lo había estado hasta ahora. Julián estaría conmigo, pero también lo estaría Manuel, un gran amigo y también con diabetes. Lo hice, terminé el 10k mejorando mi tiempo y con el añadido de no tener que parar a remontar ninguna hipoglucemia, la adrenalina que generas en una prueba de este tipo hizo que no fuera necesario. Pero ese reto no terminaba ahí. Mi objetivo y el de mis amigos era de acompañar a Jorge durante todo el fin de semana, además de acompañarlo también en algún tramo del maratón. Para mí son importantes los ánimos que recibo de un compañero durante una carrera, en el caso de Jorge y en un maratón sabía que era casi imprescindible. Así que tras terminar nuestra carrera Julián, Manuel y yo nos fuimos a acompañar a Jorge. En uno de esos tramos también estuvo con nosotros y acompañando a Jorge, Fran. Los cinco pertenecemos al DT1 Team, no es un club de atletismo como tal, pero si un grupo de personas que de una forma u otra convivimos con la diabetes y que luchamos diariamente por darle visibilidad.


Ha habido caídas, pero somo tenaces y perseverantes. Y no, no digas que tu no lo eres, seguro que sí, no estarías leyendo esto si no lo fueras. Solo me gustaría decirte algo, ¡tú también puedes! Nadie nos dijo que esto iba a ser fácil, solo hay que ir paso a paso y no rendirse. 




miércoles, 13 de diciembre de 2017

¿Nuevo viaje?


Hola! Si, si, es a ti. Estoy aquí, he vuelto. Después de unos meses de silencio, he pensado en retomar el blog. Pero antes, permitidme que os cuente una historia.

“Soledad y su amigo”

El niño paseaba con curiosidad diferente a la que tienen todos los niños a su edad, paseaba con una curiosidad profunda, queriendo entender el cómo y el porqué de todo aquello que veía; siempre cuestionado y a veces tirado a loco por su gran interés y hedonismo. Así fue formando su persona, infinita, aunque sometida a los pensamientos y acciones de terceros, que hicieron de un soñador a un loco. Un día decidió apegarse a la soledad. La soledad se volvió amiga, su enemiga, su compañera de tristezas y amarguras, y también acompañada por grandes ratos de risas, revelaciones y auto indagaciones. Él mismo se encontró en el camino a su reflejo, pues no veía a nadie con tanto interés como a la soledad y sus emociones colegas.

El niño fue siempre en busca del significado de su vida tal vez, pero claramente no lo encontró en sus compañeros terrenales. Se perdió tanto en el mundo soñador que de pronto, dejó de encontrar interés por descubrir nuevas cosas que no fueran los árboles, las estrellas, y la música.
-F.I.

¿Es una historia triste? Quizás. ¿Es una historia real? Hasta donde yo sé, no. Pero se podría parecer un poco a la mía.

Desde el debut (se llama así cuando alguien pasa de tener una vida normal y corriente, a tener diabetes tipo 1, no es una palabra que me guste, pero es la que es), mis prioridades cambiaron, me lo tomé como un juego, pero al mismo tiempo, quise aprender de todo lo que rodeaba mi nuevo “estilo de vida”. Lo pongo entrecomillado, porque es así como me lo vendieron en el hospital, en ese momento me pareció incluso divertido. Quise cargar con todo yo solo, no quería que nadie hiciera nada, era mi diabetes, era mi vida. No quería preocupar a nadie. Primero fue mi juego, ese juego que cuando eres niño quieres utilizar tu solo. Al poco tiempo, fue mi pesadilla. Nadie me dijo que esto iba a ser era una carrera de fondo. Seguí pensando que si tenía que vivir con ello por un largo tiempo (de por vida) mejor aprender a sobrellevarlo por mí mismo. Al poco tiempo mis amigos empezaban a preguntar, porque hacías esto o lo otro y yo les explicaba alguna cosa, pero siendo pre-adolescentes, tampoco querías decirlo todo, pensabas que de todas formas no lo iban a entender, ¿qué más daba?

Al igual que en la historia anterior, muchas de las personas que me rodeaban, me juzgaron, no entendían porque iba al baño antes de cenar, porque era tan exigente por pedir cola light o cosas similares como ser tan riguroso en las comidas, decían…, “¿que tendrá eso que ver?”, pensaban que con que no tomara azúcar era más que suficiente, no tenían ni idea, de la carga que suponía y supone este “estilo de vida”. Aunque no les juzgo, ni mucho menos, yo tampoco sabía lo que suponía vivir con diabetes hasta que debuté.
                                                
Esa etapa de mi vida cambió un poco mi forma de ser, ¿para bien o para mal? Esa es una pregunta interesante, pero para la que lamentablemente nunca tendré una respuesta. Cansado de los juicios, también hice amistad con Soledad.



Pero hasta aquí las coincidencias, o al menos, no me gustaría que se pareciera más. Por tanto, a mí me gustaría cambiar el final de la historia, ¿cómo?, buscando una nueva motivación. Creo que la he encontrado y como persona testaruda que soy, lo voy a intentar hasta conseguirlo. Por un lado, tengo un espejo donde mirarme, un hombro donde apoyarme para llegar a la meta y la promesa de algunos amigos de acompañarme en todo el recorrido para ayudarme a conseguirlo.

No me gusta mucho hablar de mis experiencias pasadas, creo que es mejor mirar hacia adelante e intentar crear el futuro que quieres, pero me ha parecido que era algo que se debía de explicar, para entender algunas decisiones o experiencias que espero poder contar más adelante.


Esta vez, o al menos de momento, no será un viaje al uso. Si os apetece os lo iré contando poco a poco si me acompañáis.



domingo, 20 de agosto de 2017

Mirando hacia atrás


Hace ya un par de días que llegué a Santiago. Las ganas de llegar y la gran cantidad de gente que había en el camino, hizo que ni siquiera parase a almorzar, tardé más de 20 km en parar a tomar una “coca cola zero”. Quería llegar lo antes posible, quitarme las zapatillas, dejar la mochila en el albergue…lo que es lo mismo, descansar.

Cuando salí por la mañana, me detuve en un bar a tomar un café con leche y una tostada. Compartí el momento del desayuno con dos mujeres que me encontré en el albergue, con las que había estado hablando desde el día anterior y que venían de hacer el camino primitivo, unos 321 km, vamos unas campeonas. En ese mismo instante llegó el dueño del albergue y me preguntó que como me encontraba, a lo que le respondí sin dudar, con muchísimas ganas de llegar. Él me comentó que eso es lo que creía, pero que según te acercas a Santiago, tu cabeza te dice eso, pero tu cuerpo dice todo lo contrario, te dice que quiere continuar…En este caso el mío no lo decía.

Para mí ha sido un reto impresionante, una lucha contra uno mismo, contra tu propia cabeza. Me vienen muchas preguntas a la cabeza: ¿Ha valido la pena? Sin duda, el demostrarme a mí mismo que sí que puedo hacer lo mismo que todo el mundo, es algo increíble, el saber que me puede costar más o menos, pero que sí, que lo puedo hacer. ¿Lo volvería a hacer? No, no porque ha sido duro, muy duro, el tener que estar pendiente de unos valores para decidir si ahora puedo comer o si debo de ir más rápido o más lento para tratar de controlar las glucemias… ¿Me ha gustado la experiencia? Sí y no, sí porque ves lugares preciosos, conoces gente increíble y muy interesante; y no, porque al igual que los conoces, los pierdes, suelen ser compañeros de viaje de un par de días y porque además con el paso de los días, los dolores aumentan. Estas son mis respuestas ahora, tras terminar el camino. Lo que no sé si en unos días, unas semanas, unos meses...serán las mismas.

Durante ese último tramo en el que coincidían el camino francés, el primitivo y el del norte, conocí a una chica italiana (guapísima) con la que por casualidad se puso a hablar conmigo, teníamos algunas situaciones parecidas y eso hizo que hiciésemos un tramo del camino de ese día juntos, luego nos perdimos, pero por otra casualidad o causalidad, nos volvimos a encontrar en Santiago, en la plaza del Obradoiro.

Lo que sentí cuando llegué a Santiago fue algo que no sabría cómo explicar. Lo que sí que puedo decir es que tenía toda la piel erizada. El día anterior sabía que, de no ser por alguna cosa rara, llámese enfermedad o a saber que, lo iba a conseguir, daba igual el dolor de rodilla, los calambres en los pies, las hipoglucemias, las hiperglucemias…. Supongo que esa reacción será una forma en la que tu cuerpo, llegado el momento, demuestra la emoción que se siente.

Me gustaría dar las gracias a todas las personas que me han apoyado ya sea siguiendo el blog, mandándome mensajes, llamándome o simplemente pensando en que estaré haciendo. Pero en especial a dos amigos, a Leigh y a Rocio, por animarme a realizar el blog, su ayuda inestimable, su constante preocupación, por apoyarme cuando pensé en dejarlo, cuando dije que iba continuar, por todo, todo lo que han hecho por mí y aguantar mis constantes quejas, aunque principalmente, por creer en mí, más de lo que yo lo hago.

Ahora sí que se puede decir que lo he conseguido!!!!!!

En la obra de teatro de “La vida es sueño” (Calderón de la Barca) se habla de cómo forjamos nuestra vida con las acciones que realizamos, no viene por un destino. Por eso me gustaría animaros a no soñar, sino a vivir, a probar, a intentarlo. Hagamos lo que esté en nuestras manos para que nuestra vida mejore.

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.





miércoles, 16 de agosto de 2017

Jugando mis últimas cartas

Etapa dura la de ayer, solitaria, unos 27 km de subidas y bajadas, pero me puse mi mp3, música para darme ánimos, despertar y ponerme en marcha. Me había levantado algo más tarde de lo habitual, así que salí a las 7:45 aproximadamente del albergue. Me quedé esperando al hospitalero que además, era el dueño del albergue, del bar y de una tienda en la misma aldea donde se encotraba dicho albergue, pero no apareció. El día anterior nos comentó que abrían a las 7, pero más tarde nos dimos cuenta que no nos dijo si en la península o en las Islas Canarias. Así que decidí no esperar más y empezar la etapa un día más sin desayunar.
El día amaneció fresco y con mucha niebla. No me crucé con nadie en el camino hasta 3 km después, cuando me encontré con un grupo de tres chicas, pero en ese mismo momento pasé por delante de un bar abierto y que queréis que os diga,  por la mañana, con frío y humedad, apetece un café con leche bien caliente. Y la verdad, tampoco quería arriesgarme a no encontrar nada más abierto en unos cuantos km, como ya me había pasado con anterioridad,  así que dejé el adelantamiento para más tarde.
A partir de ese momento empecé a pasar gente, más de la habitual, pero sin llegar a ser nada exagerado. Sobre las 10:30 o las 11, llegué a un puestecito. En el mismo momento en que  yo llegaba me encontré con  los que habían salido en primer lugar del albergue y que justo entonces iban a continuar la etapa. Podría haber continuado con ellos y no ir solo, pero decidí parar y comer algo, aunque la verdad fue poca cosa,  la gastroenteritis de hacía un par de días seguía sin dejarme tomar gran cosa. Así que aproveché, y no es que me esforzara en alcanzar a la gente que había visto anteriormente, pero tenía ese "run run" en la cabeza, supongo que después de tantos km en solitario  te apetece algo de compañía, al final los alcancé en la misma entrada del monasterio de Sobrado dos Monxes (si tenéis la oportunidad id a verlo, merece la pena, en cuanto pueda subiré alguna foto). Y que resultó ser el mismo lugar donde justamente habíamos decidido pasar todos la  noche.  Este monasterio, según nos comentó un peregrino canadiense, era Patrimonio de la Humanidad desde el año 2015 y la verdad que bien merecido, porque el lugar es espectacular. Pasamos la hora de la "siesta" en el bar, porque los monjes de dicho monasterio, cerraban a la hora de comer y nadie podía entrar ni salir del lugar, hasta que ellos se levantaran de la siesta, así que, estuvimos en la calle entre las 13:45 y las 16:30. He de decir que la espera, a pesar del cansancio,  se me hizo corta gracias a la grata compañía que había, pero al mismo tiempo algo pesada por el frío que hacía.
El lugar era majestuoso, tanto que me costó muchísimo poder cerrar los ojos por la noche, no sé si serían los nervios de estar ahí o la emoción de pensar que solo me quedaban dos días para llegar a Santiago, o quizás, por algún otro motivo, quien sabe. Pero lo que sí sé, es que eran las 3 de la madrugada y aún no había conseguido dormirme. A lo que un monje muy amable nos ayudó a solucionar a las 6:30 am cuando entró a la habitación y encendió las luces... pues ya que estaba aproveché. Arreglé la mochila y salí disparado para el siguiente destino con la intención de llegar pronto y poder echar una siesta.
El camino en este punto se juntaba ya con el camino francés  y el primitivo. Todo lo que me habían contado de ese punto, era cierto, aunque yo en un principio me resistía a creerlo. Era como si hubieses llegado al mercado típico de cualquier pueblo o ciudad. Parecía como si un montón de gente hubiésemos cambiado el camino por el paseo marítimo de cualquier ciudad costera en pleno mes de agosto, momento en el que incluso llegas a agobiarte, y más cuando una de las cosas que destaca del camino es la soledad con la que haces la mayoría de los km.
Pero volviendo a lo realmente importante, la cifra, 27'2 km. Estos son los km que me quedan para llegar a Santiago, tocándolo ya con la punta de los dedos…..Pero tras llevar ya más de 500 km recorridos y habiendo disfrutado muchísimo de tantas experiencias nuevas, me encuentro en el momento ese en el que lo único que deseo es llegar a casa, descansar y tirarme un rato en mi sofá, como suelo decir, gandulear. También es verdad que conociéndome me va a durar bien poco, pero... y lo que lo voy a disfrutar!!
Por último, solo me queda contaros cual es el plan previsto para mañana. Me pondré el despertador pronto, algo más de lo habitual, a ver si así salgo antes de que se monte "el mercado", en algún momento se agradece la compañía, pero cuando se junta tanta gente me resulta algo estresante, es bonito disfrutar del paisaje, del silencio y de la tranquilidad que te ofrece el camino. Mi intención es llegar lo más pronto posible a Santiago y dejar la mochila en el albergue. Lo que aún no tengo claro es si ir directamente sin ducharme y hacer cola para obtener  "la compostela" o darme una ducha antes, porque ir allí oliendo no demasiado bien y todo sudado... pero claro, si vas duchado igual dudan de que lo hayas completado. Ya os cuento que decido y mi resumen final o mi conclusión, e intentaré  poner las fotos que he ido haciendo, no solo para que queden algo mejor los post, si no porque,  la verdad, merece la pena ver los paisajes tan espectaculares que me he ido encontrando durante todos estos días.


lunes, 14 de agosto de 2017

Iniciando el fin

Hoy llegué a La Laguna, un pueblo o  casi mejor dicho una aldea, unos 12 km después del final de etapa previsto para hoy.
Empezaré por el primero de los tres días que han pasado. Salí temprano de Abadín, mejor dicho del albergue, ya que este se encontraba a 6 km del pueblo. Empecé la etapa con la esperanza de encontrar algún lugar abierto donde poder desayunar no muy lejos del albergue. El problema de salir tan temprano es que no sueles encontrar nada abierto y, generalmente, no hay más remedio que empezar las etapas y hacer unos cuantos km sin desayunar (hay que ver el hambre que da esto de caminar), pero mi gozo en un pozo, no había nada abierto. No encontré nada abierto hasta llegar a Vilalba, se trataba ya del final de la etapa y tras recorrer los 21 km de los que contaba la etapa. Aunque llegué pronto... muy pronto, las diez de la mañana, decidí no continuar y quedarme. Como comenté en el post anterior quería hacer los últimos 100 km con mi amigo, con el cual comencé el camino y este gran reto para mí. Hice la reserva en el albergue y aproveché para descansar.  Durante el día fue llegando gente a la que había dejado atrás en etapas anteriores. Entre ellos, el grupo que se “picó” con nosotros para que no los adelantáramos. Compartí un rato con ellos, al final resultaron ser  buena gente, como la gran mayoría de peregrinos que me he encontrado durante estos días, eso sí, solo que algo competitivos, supongo que con la intención de ahorrarse algo de dinero, ya que el llegar y  pagar un albergue público o uno privado, es razón suficiente para motivarles. Y por otro lado siempre vas con la intención de llegar lo antes posible y poder encontrar plazas disponibles, cosa que a veces resulta muy difícil, como ya comenté hace unos días.
Con casi toda la tarde por delante y después de descansar un poco, algunos optamos por acercarnos al río, los parajes que te encuentras son verdaderamente impresionantes y si tienes tiempo y te encuentras con fuerzas, vale la pena no perder la ocasión de disfrutar de todo ello. Otros, sin embargo, decidieron relajarse bañándose en la piscina y otros directamente se fueron al bar con la intención de “hidratarse”. Algunos quedamos más tarde para salir a cenar, esta es una de tantas cosas buenas que te ofrece el camino, la posibilidad de relacionarte con gente a la que no habías visto nunca y que posiblemente nunca vuelvas a ver. Los que se estaban “hidratando” lo continuaron haciendo, no sé con qué cuerpo lo harían ni como estarían al día siguiente para afrontar la etapa prevista, pero al final se trata de disfrutar de todo lo que te ofrece el camino y cada uno lo hacemos de una manera. Llegó la hora de cenar, opté por un bocata, y a pesar de contabilizar sólo la mitad de raciones, una hipo me obligó a volver al albergue ya que el aquarius que tomé no fue suficiente. Nada grave, y a lo que los que convivimos con la diabetes no estemos más que acostumbrados, aunque por supuesto no nos guste pero que si que intentamos normalizar. Así que un gel, una barrita y a seguir, mejor dicho, a dormir, eso sí, después de asegurarme que remontaba la hipo.
La noche se hizo muy larga, alrededor de las 3 me desperté con muy mal cuerpo, con muchísimas náuseas. Por desgracia empecé a vomitar, aproximadamente cada hora hasta las 7 de la mañana, que fue, cuando una chica se ofreció a acompañarme al médico...Diagnóstico, gastroenteritis vírica aguda, eso dijo el médico. Un  tipo muy desagradable, que no me dejó ni acostarme en la camilla y viendo que ni tan siquiera podía mantenerme sentado, según él  me iba a ir en dos minutos, así que no era necesario. Aún habiéndole dicho lo que me pasaba y que tenía diabetes, casi tuve que rogarle, que me pinchara algo para cesar el vómito, a lo que me respondió, que eso sólo era necesario cuando se trataba de niños. Aunque finalmente accedió, me quedé con la impotencia de ver que hasta muchos profesionales sanitarios le quitan importancia a la diabetes, cuando un cuadro de vómitos continuos nos pueden provocar una hipoglucemia severa al no poder digerir nada de hidrato y teniendo insulina activa en el cuerpo. Creo que si hubiese estado bien, habría puesto una reclamación, pero claro, si te encuentras bien, no vas un domingo a las ocho de la mañana a urgencias. Creo que llamarlo para la visita, le fastidiaron el cigarrillo que se estaba fumando en el baño.
Regresé al albergue con la esperanza de que el vómito cesara y con la preocupación de si me dejarían permanecer en el albergue durante todo el domingo, en esas condiciones ni se me pasó por la cabeza continuar con la etapa prevista, ya que físicamente me encontraba realmente mal. La verdad es que se portaron fenomenal conmigo y no me pusieron ningún tipo de problema. La chica que había de encargada en el albergue durante el domingo, se preocupó muchísimo por mí y  sólo me repetía lo mal que se debe de sentir uno, con gastroenteritis, fuera de casa y solo. Digo solo, porque aunque mi amigo llegó al pueblo donde yo estaba, no nos vimos hasta que coincidimos en un bar cuando entré para ver si me podían hacer algo para cenar y que fuera dieta blanda. Al no poder, unos de los camareros me indicó uno donde no tendría problema en cenar algo que tolerara mi cuerpo, y desgraciadamente ya no tuve ocasión de hablar con mi amigo.
De vuelta en el albergue y ya en la cama, al ser una habitación grande y con todas las literas allí, escuché a una chica que llamaba a unos albergues privados para reservar cama para los siguientes días, hasta ahí todo normal. Pero la chica, cada vez que llamaba, pedía camas en las literas inferiores, porque tenía una enfermedad crónica. Dejando de lado que a mí no me gusta utilizar la diabetes para sacar beneficio en nada, ya que lo que intento y me gusta es normalizar la situación, esta chica, quería utilizando su enfermedad, que tanto ella como sus dos amigas, que estaban sanas, pudieran acceder a las camas de la parte baja y solamente por pura comodidad. Es algo que me incomoda, no hablo de que enfermedad se trataba porque al fin y al cabo creo que da un poco igual. También lo he visto hacer con la diabetes y es algo que a mí personalmente, no es una cosa que me agrade, y que pienso que en muchos casos poco nos pueda ayudar.
Esta noche pasada me acosté encontrándome mucho mejor y a pesar de no cenar gran cosa  descansé muchísimo, de hecho, aun no encontrándome al cien por cien, si que era mucho mejor, que el día anterior. Empecé la etapa que tenía prevista y 20 km después y con música en mis oídos, llegué sobre las 10:30 al final de la etapa. Como era muy pronto, me encontraba mucho mejor de lo que esperaba y la siguiente etapa iba a ser muy larga, decidí continuar 12 km más y recortarlos a los 40 km  que me esperaban mañana. En esos 12 km, tuve una hipo puñetera, de esas que no consigues remontar ni habiendo tomado dos geles, una barrita, un zumo y un aquarius. Al  final conseguí remontar lo suficiente para llegar al albergue y bien aquí estoy, planificando mis etapas, para llegar lo antes posible a Santiago y “recuperar” el tiempo perdido, lo sé, el tiempo no se recupera, pero se deja de perder, que también es algo bueno.
En tres días tengo previsto llegar a Santiago, haciendo etapas de treinta o treinta y pocos km al día. Espero que todo salga bien.


viernes, 11 de agosto de 2017

Un tipo de descanso

Después de hacer las últimas etapas sólo y pensarlo mucho, decidí recortar los km de la etapa de ayer para  esperar a mi amigo, y poder realizar juntos los últimos 100 km, que nos quedan para llegar a Santiago. Qué mejor que terminar lo que empezamos juntos hace ya 15 días. Por ello, ayer sólo hice 8'5 km, cosa que a decir verdad me vino muy bien para descansar y recuperar fuerzas. Al ser más corta decidí salir algo más tarde, pero así y todo llegué muy temprano. A las nueve menos cuarto ya había dejado las cosas en el albergue. A esas horas sólo encontré en el albergue a la chica de la limpieza, la cual me indicó un bar donde poder desayunar, ya que aunque salí a las siete y media pasadas, casi las ocho, no encontré ningún lugar donde poder desayunar que estuviera abierto.
Cuando regresé al albergue, me encontré con un hombre de unos cincuenta y largos años, el cual ya había visto la noche anterior en el albergue de Lourenza. Le dolía la rodilla y decidió hacer solo esa distancia. Nos registramos los dos en el albergue y nos fuimos, ya que hasta las doce y media no nos iban a dejar entrar. Le pregunté al encargado del albergue por una pensión o albergue privado para poder pasar la noche siguiente y así ya encontrarme con mi amigo. Me preguntó que por qué no me quedaba en el albergue. Le comenté que no se podía, cosa que el ya sabía, pero me dijo que si decía que no me encontraba bien, no me pondrían ningún tipo de problema y me dejarían quedarme. No me pareció justo y aun no encontrándome bien del todo, ya que al hacer una etapa tan corta mis glucemias se desajustaron y tuve un par de hiperglucemias, fui en busca de alojamiento para la noche siguiente, con tan mala suerte de no encontrar nada. Estaban preparando un mercado medieval, y la ciudad era un auténtico caos.
Como no me gusta utilizar la diabetes como excusa y menos aún, para sacar beneficio, y no encontrar nada para alojarme allí, hoy decidí salir hacia el final de la etapa. Eran 19 km, pero esta vez opté por coger un albergue privado donde poder lavar y secar la ropa. Hay sitios geniales y este albergue en concreto tiene incluso piscina y aunque el tiempo no acompaña, porque hace algo de frío, había gente bañándose, supongo que para lo que a nosotros nos parece algo de frío para otros será calor, dependiendo del lugar de donde vengan.
El hacer etapas "cortas" hace que mis glucemias se descompensen un poco, además del aburrimiento que puede ser, estar en un lugar sin conocer a nadie y en el que el grupo de personas con el que coincides, no quieran hacer nada más al terminar la etapa, ni siquiera salir a tomar algo. Muchos de los que llegan lo hacen, aparte del cansancio de los km, con ampollas en los pies, motivo por el que les quedan pocas ganas de hacer nada, y sólo desean descansar. Yo de momento tengo la suerte de llevar más o menos controlado el tema de las ampollas. Y eso es lo que peor llevo, pasar las tardes sin hacer nada, la verdad, no estoy acostumbrado.
Como comenté llevo unos días sin móvil, ayer lo llevé a una tienda de reparación en el pueblo al que llegué, con tan mala suerte que no pudieron hacer nada, el chico me dijo que no tenía las herramientas adecuadas para poder repararlo... yo creo que además mientras lo intentaba, me rompió la pantalla. Así que estos son los días de espera, descanso parcial o como cada uno prefiera llamarlo. Solo sé que aunque mi intención es la de ir más relajado, no paro de pasar peregrinos, ayer en 8 km fueron casi 20 y hoy no sé cuantos fueron, pero bastantes..... Por mucho que lo intente no consigo bajar mi ritmo. Tengo una duda, ¿la paciencia se compra o se aprende? Quizás el  famoso "matamoscas" podría enseñarme taichí, de ese raro, para relajarme un poco XD.


Maratón Valencia 2018